lunes, marzo 28, 2016

Batman V Superman. Fondo V Forma.


Escribir sobre "Batman V Superman: Dawn of Justice" es con toda seguridad un ejercicio de crítica infructuoso si se pretende motivar o desmotivar al público a ir a ver la película a los cines. Las críticas poco importan cuando se tiene un estreno mundial simultáneo de una película con los dos personajes más icónicos de los cómics y el imaginario popular; el mero hecho de que los personajes estén en el título tiene una enorme e inevitable fuerza de atracción para la audiencia en todo el mundo, una suerte de fuerza de gravedad.
Pienso que para encontrar un enfoque productivo a esta crítica debo escribirla en relación al fenómeno social que causa, intentando comentar sobre las tendencias dramáticas, narrativas del cine pop de nuestros tiempos, su publicidad y su viralización -maliciosa- en redes sociales.
La moda de las películas de superhéroes comenzó de manera casi inocente -casi, porque el poder del dinero casi nunca es inocente-
Después de que Warner Bros. y DC Comics revitalizaran y reinventaran el género y lo convirtieran en Blockbusters clase A con "Superman" de Richard Donner con Christopher Reeve o la serie iniciada con "Batman" de Tim Burton con Michael Keaton en los 70s-80s y 90s, Marvel Comics y 20th Century Fox tuvieron que hacer lo propio lanzando películas de sus personajes ya en la década del 2000 con los "X-Men", "Blade" y "Spider-Man", estas películas en principio intentaban ser fieles al material original de la época en que fueron hechas -hay que recordar siempre que los superhéroes están constantemente cambiando su tono y estilo para ser atractivos para los lectores de cada década-, sin embargo, poco tiempo pasó para que la Fox sacara una serie de películas genéricas, con guiones express de fórmula que tomaban algunos aspectos de la mitología de cada personaje, con publicidad sin fin en MTV, directores mediocres, exceso de efectos digitales y escenas de batalla sin mayor sustancia como "Daredevil" (con Ben Affleck), "Elektra", "Fantastic Four", "Punisher" o el cínico reboot "The Amazing Spider-Man", tan solo cinco años después del fin de la trilogía original.
Después, Marvel fundó su propio estudio cinematográfico y se dedicó a hacer películas populares sobre sus Avengers, para todas las audiencias, más que efectivas en taquilla y en algunos casos hasta mejor escritas y a veces hasta con corazón, pero igualmente efectistas, sin sustancia, repletas de chistes facilones, batallas en CGI, sin un desarrollo interno importante de los personajes con relación a la trama, venta del cuerpo de una Scarlett Johanson con un personaje sumamente mal trazado, vago, plano, cambiante en cada película, no solo de motivación, sino de amorío con alguno de los personajes masculinos que la rodean.
Espectáculo vacuo acompañado de publicidad voraz y merchandising para llevar a la gente a las salas cada tres o cuatro meses.

Esto, por supuesto, es enteramente natural en una empresa que quiere recuperar su dinero, ganar millones y posicionar sus personajes entre los no fans mientras conserva a los que ya tiene, sin embargo, a algunos cinéfilos ya empezaba a hartarnos ver como el nivel de guión y puesta en cámara, el uso de sutilezas y subtextos, la manera de narrar un cambio en el personaje principal utilizando la trama y acciones, el uso de tonos y estilos distintos para cada personaje, se iban perdiendo para ser homogeneizados en un solo tipo de película, como si todas fueran hechas con base a un manual ya estéril. Una homogeneización que corría el riesgo de disminuir el grado de exigencia del público o de su capacidad para apreciar cine más complejo y homogeneizarlo también, el famoso "genocidio cultural" del cual habló Alejandro González Iñárritu, tachado también naturalmente de "pretencioso" por los fans de Marvel y hasta insultado de manera xenofóbica en una entrevista por Robert Downey Jr., quien tendría una carrera ya sepultada de no ser por su contrato para el personaje de Tony Stark y los millones que le da.
En contraparte, Christopher Nolan lanzó su trilogía de Batman, que ofrecía una narrativa más profunda y compleja, con referencias al film noir, las películas de samurais, los thrillers policiacos de Michael Mann, temas humanos como la venganza, el amor, la anarquía, la libertad, la desolación, la lucha del bien contra el mal, el concepto de justicia y vida en sociedad, manejados con ingenio y apelando a las emociones del público. La calidad de cada una de las tres películas es tema para otros tres artículos, pero no puede negarse que estas películas son ampliamente reconocidas por fanáticos y el público en general, en particular "The Dark Knight", que es ya un clásico norteamericano porque marcó la pauta de lo que DC Comics buscaría en sus próximas películas "Man of Steel" de Zack Snyder y la ahora estrenada "Batman V Superman: Dawn of Justice".
Puede que hablar de la historia de las películas de superhéroes parezca ridículo y una pérdida de tiempo, pero considero importante mencionar todo esto porque forma parte de la cultura en que vivimos.
Cuando hace dos o tres años anunciaron que harían una nueva película de Batman contra Superman con Ben Affleck como Bruce Wayne la dirección de Zack Snyder fui el primero en protestar, uniéndome a las hordas de usuarios de Facebook y Twitter que así lo hacían, tuve discusiones, me pelee con gente que conocía y con gente que no conocía, nos insultamos, esto si, una pérdida de tiempo y futil, porque nada ni nadie detendría que la película saliera a cines. Después de ver "300", "Sucker Punch" y "Man of Steel", Zack Snyder no me pareció un buen director, ni siquiera con la excelente película "Watchmen" porque creo que el genial (de la palabra "genio") material original hizo a la película infalible, me parecía un director también efectista y Ben Affleck me parecía una mala opción para interpretar al Caballero de la Noche, ya que solo lo conocía por papeles de bonachón. Ya estrenada la película leí críticas y amigos hablar sobre ella, con opiniones divididas, la mayoría tendiendo hacia lo mala que era. Confieso que fui a verla sólo por morbo, esperando que no me gustara y con ánimos de ver algunas de las pocas cosas positivas que había leído.
Pero me gustó la película, me gustó mucho.
Y es que me pareció un extraño caso de ruptura con lo establecido, un ejercicio de respeto al público del mundo que, por lo que he leído, tal vez no quiere ese respeto.
Leí recién un artículo que informa sobre una serie de publicaciones exactamente iguales en Twitter que pueden ser rastreadas hasta julio del 2015 (Artículo aquí: http://moviepilot.com/posts/3800016 ) lo cual es el comportamiento estándar cuando se quiere insertar una postura en las personas utilizando las redes sociales, método generalmente usado en política y marketing, los infames bots.
Y es que, así como se puede posicionar una película de esta categoría como una obra maestra (un ejemplo es "Star Wars: The Force Awakens", con 92% en Rotten Tomatoes, llena de refritos fríos de fórmula, cero riesgos, destrucción de la mitología original, obviedades explicadas de manera redundante, coincidencias inverosímiles y chantajes dramáticos que recurren a la nostalgia fuera de la película que a la historia misma dentro de ella), también se le puede destruir al llevar a la gente a las salas con una idea preconcebida de lo que va a ver y cómo tiene que interpretarlo. Los intereses de las casas productoras gigantes y sus métodos son muy oscuros.
En esta crítica no voy a hablar de lo que me hubiera gustado que fuera la película que vi, tampoco voy a hacer una lista de específicos supuestos hoyos en la trama o del número de cosas que están mal, porque podrían ser simplemente puntos de vista y apreciaciones mías, porque podría no estar haciendo una medida de lo que la película necesitaba entre el guión y los paradigmas de hierro, la narrativa para entretener y lo que realmente es el discurso (lo tiene) y lo que necesitaba para otorgarlo, porque no fui parte del proceso de hacerla y soy un espectador. Pero sobre todo, porque se que escribir, producir y dirigir una película es difícil, sobre todo cuando se está intentando crear algo nuevo, no repetir una fórmula, y eso es algo que respeto profundamente.
Mas bien, voy a hablar de lo que vi, con sus puntos a favor y sus puntos en contra según mi apreciación, y después de esto, dejaré que cada persona que me lea tenga la oportunidad de ir al cine y complementar la experiencia al ver la película, fijarse en aspectos específicos y formarse una opinión, con mis consideraciones, estando o no de acuerdo conmigo. Yo creo que mis lectores son personas inteligentes y también he de respetarlos. Creo en la crítica seria como oficio.
Batman V Superman inicia su historia directamente en los sucesos presentados en el último acto de Man of Steel, donde Superman combate al villano General Zod en plena ciudad de Metrópolis para evitar que destruya al mundo y pueda construir un nuevo hogar para los Kryptonianos posteriormente. La destrucción resultante de la batalla deja muchísimos muertos y daños a la ciudad, es una tragedia.
Una de los afectados es Bruce Wayne, quien presencia la caída de uno de sus edificios con trabajadores dentro y el sufrimiento de hombres, mujeres y niños que dependen de su compañía. Wayne comprende que una fuerza tan potente e imparable como la de Superman es potencialmente peligrosísima para la humanidad y que un poder casi absoluto es algo que nadie debe poseer en la Tierra.
Pero Bruce no es una blanca paloma, los métodos de su alter-ego Batman son cada vez más brutales y éticamente cuestionables, vemos a un Batman que lleva 20 años siendo el vigilante de Ciudad Gótica (que para efecto narrativo está del otro lado de la bahía, frente a Metrópolis), harto y lleno de ira, cegado por ella, marca con un murciélago la piel de los peores criminales que detiene -asesinos, violadores, tratantes de blancas- su marca significa la muerte dentro de prisión. Esto causa molestia en Clark Kent/Superman, quien considera que el vigilante no debería ser el juez absoluto.
Ambos personajes tienen una postura moral contraria con respecto al otro que va construyendo su rivalidad, lo cual es en mi opinión una fresca motivación en esta época de lamentables obviedades cinematográficas y estas posturas son presentadas utilizando la imagen, las acciones de los personajes, las actuaciones, el lenguaje cinematográfico, en lugar de la ya acostumbrada explicación verbal o el monólogo interno. Si, requiere que el público trabaje y llene los huecos, el principio del montaje cinematográfico que Marvel Studios y Lucasfilm (propiedad de Disney) han hecho perdedizo.
El filme desarrolla su tema de manera muy arriesgada y original; en estos tiempos de ligereza en las historias de cómic en pantalla cada tres meses, decide mostrarnos una perspectiva realista (hasta el punto que puede, por favor recordemos siempre que estamos hablando de una película donde un hombre que vino del espacio exterior usa sus poderes de volar, superfuerza y lanzar rayos por los ojos para proteger al mundo es protagonista) con la premisa ¿qué pasaría si una divinidad, superior a los seres humanos, de pronto cayera y fuera presentada al mundo?, en este sentido la película se toma el tiempo de hacer comentarios sociales y abrir preguntas sobre el humano descubriéndose pequeño en el universo, todo esto mediante el contexto y las situaciones, hay incluso un pequeño cameo del físico cuántico Neil Degrasse Tyson para ilustrarlo.
Hay una fracción de la población del mundo que cree que Superman es un héroe, hay otra fracción que cree que es un peligro, un "dios falso", el gobierno quiere incluso abrir una vía de comunicación con él para limitar sus poderes, que se explique y asuma sus responsabilidades. Solo se puede especular, pero estoy casi seguro que algo así sucedería si un día Superman cayera a nuestro planeta.
Lex Luthor aprovecha esta coyuntura para hacerse del poder político y los medios para eliminar a Superman. Lex es un joven multimillonario evidentemente psicópata que desde su ego humano, alimentado por una trágica historia familiar (no evidente, lo cual se agradece) detesta la idea de una divinidad, algo que pueda ser superior a él o al ser humano. Aunque la interpretación de Lex Luthor me parece en momentos exagerada, creo que contribuye a la teatralidad que un villano requiere para hacerse memorable, celebro que se haya dejado atrás al Lex Luthor nada amenazante y de caricatura de Gene Hackman y Kevin Spacey (desperdiciaísimos) y ser ahora la medida de los héroes, disfruto también de ver una película en la que sus fuerzas protagónicas y antagónicas son guiadas por su sistema de valores y creencias, que tienen además relación directa con el tema de la película misma, en lugar de un simple McGuffin, me gusta ver caracterización real relacionada con el conflicto y el tema mismo. Incluso los personajes secundarios están caracterizados, esto incluye a una senadora de los Estados Unidos y al bienamado Alfred, interpretado por Jeremy Irons, la leyenda de la actuación, quien ahora ya no guarda respecto por el amo Bruce, sino que lo reta y es arrogante con él. El mayordomo le es fiel, pero es claro que está harto de esperar a que Batman se retire, esto le añade una capa de interés al personaje.
Me gusta ver una película de cómics con un tema, para variar.
El resto de la película es el desarrollo de esta situación con algunas subtramas, algunas bien insertadas, otras francamente salen sobrando. Una de ellas es la aparición de los llamados metahumanos, que sienta las bases de las próximas películas del universo DC que, con poco tiempo en pantalla, no estorba en la narración de la historia central, pero si abre interrogantes que no ata al final, ya que esto claramente tocará a las películas futuras de esta serie, la película misma no siente la necesidad de apresurar o explicar algo que después se desarrollará, creo con la intención de generar dudas y suspenso y que se desarrolle bien en el futuro. Mientras algunos ven esto como una falla, yo agradezco que no resolvieran estas dudas en una o dos escenas, o nos presentaran las situaciones como un teaser en una escena después de los créditos. Esa no es la película que estamos viendo.
Para mi el gran error de la película es la inserción de la Mujer Maravilla, un personaje insertado con calzador, que contribuye en nada a la trama y al desarrollo del tema, incluso puede sentirse como una solución rápida a ciertos conflictos (ojo: no lo es, sólo es periférica, es decir, estorba en lo narrativo pero casi no en lo dramático).
No puedo dar un comentario sobre la elección de casting porque creo que hasta el momento no tengo tela de donde cortar o un punto de apreciación.
Otro error de la película es que por naturaleza, Zack Snyder no puede evitar ser efectista, en momentos resuelve la puesta en escena con extravagancias que solo tienen sentido para una imagen que impresione, pero que afecta a la verosimilitud interna, sin embargo, esto a mi parecer está hecho pocas veces y no afecta demasiado a la película por la fuerza de su sustancia, puede perdonarse.
A medida que la película progresa, las peripecias se van resolviendo con el uso de dispositivos dramáticos que le dan relevancia a la historia, con subtexto y sutilezas, los trenes de pensamiento de los personajes que van cambiando y escalando e incluso un grado de melodrama, esto le da en mi opinión sustancia a la película, hace que el conflicto entre Batman y Superman tenga un real significado cuando sucede y que su resolución también lo tenga. Es una resolución que no es facilona o evidente, no es un bando contra otro o una pelea a golpes vacía, sino el cambio de un sistema de creencias y valores en los dos personajes: los dos personajes cambian y evolucionan a causa de otro, la película lo construye hasta que con tan solo un elemento dramático importante se establece la relación entre los dos superhéroes de manera emotiva, mediante un recurso ingenioso. No es una relación sacada de la manga, como la de Black Widow y Hulk en Avengers 2. Es bueno ver este tipo de cosas en el cine comercial de comics para variar, pero también requiere que el público haga el entendimiento de un subtexto en su cabeza, con todo lo que eso conlleva: el público que espera ver una película de dos horas con solamente batalla entre los dos superhéroes saldrá decepcionada ya que la película está preocupada en que la batalla tenga un verdadero significado y no sean sólo golpes, coreografías explosiones y efectos especiales como en Superman IV: The Quest for Peace, película que muchos olvidan que es universalmente repudiada.
Pero también decepcionará a quienes olviden que están viendo una película de género de superhéroes y espere otra cosa de ella (no entiendo por qué alguien que repudia a los superhéroes entraría a ver una película sobre ellos). Debemos recordar siempre que los héroes del cómic tienen que cumplir tropos para ser lo que son, y que la destrucción de esos tropos significaría destruir la franquicia y perder a los fans (algo que el estudio no va a hacer, lógicamente), no es Bergman, no es Kubrick y es pueril pensar que puede serlo, pero dentro de sus límites, está película toma riesgos, en forma y fondo se preocuparon de contar algo más allá de lo evidente, de ser fiel al material original en look y feel, solamente X-Men: First Class y Days of Future Passed se le comparan en ser películas  recientes de cómics tan bien adaptadas para dar la sensación de que se está leyendo una historieta. De hecho, un fiel lector de cómics de los personajes podrá identificar muchísimas referencias.

Sin embargo, la película busca superar lo que se espera de ella (cumplir nada más) e intenta hacer una nueva reinvención del género haciendo uso de símbolos y situaciones de los mitos primigenios de la humanidad, esos mitos del héroe que están en la naturaleza humana, como Gilgamesh, o el Mesías de los judíos, con los que podemos relacionarnos en un nivel más profundo. Explota este potencial y lo hace su eje central, ya era hora de que alguien lo hiciera.
Los que busquen al Superman ligero, colorido y ñoño de Christopher Reeve también se decepcionarán, pero debemos entender que los héroes tienen que reinventarse y actualizarse. Ese Superman pertenecía a otra época y se esperaba desde hace tiempo que alguien explotara el conflicto profundo y épico de Superman, aún con el riesgo de no ser entendido este enfoque.
Celebro pues que alguien se haya atrevido a hacer una película así, sobre todo siendo una película para masas, estigmatizada por el hecho de ser del género de superhéroes y ahora aún más estigmatizada por una ola de malas críticas, a mi parecer injustas.
Pienso que el que vaya con una mente abierta a disfrutar los aspectos buenos de la película podrá salir satisfecho, los personajes no han perdido sus personalidades, se conservan fieles a la mitología, mientras temática y estilísticamente se les dio un giro. El fan podrá disfrutar los elementos que están ahí sólo para él (que a mi parecer no le estorban a la película) y el público general podrá disfrutar que alguien se atrevió a hacer algo más y a demostrar que las películas de superhéroes no tienen por qué ser simplonas, efectistas y ligeritas.
Solo me resta esperar que alguien pueda estar de acuerdo conmigo o que el tiempo le haga justicia a la película.  Lamentablemente, tal vez eso suceda cuando llegue el inevitable día en que las películas de superhéroes pasen de moda y podamos analizarlas con perspectiva hacia el pasado.
Algo puedo añadir: históricamente hemos visto que este tipo de polémica es común en lo que han resultado ser grandes películas.

viernes, diciembre 04, 2015

A 47 años de Tlaltelolco, a uno de Ayotzinapa: la cultura Díaz Ordaz

A veces se nos olvida que México es un país joven. Olvidamos que nuestro país tiene solo 194 años que dejó de ser una colonia y al menos 93 de haber visto terminada su última guerra revolucionaria para pasar a los gobiernos priístas nóveles que gobernarían nuestro país, creciendo en vicios hasta el año 2000, hasta una intentona de alternancia de solo 12 años.
Esto es producto en gran medida, de la demagogia populista practicada desde tiempos de Miguel Alemán en 1946, donde se nos ha hecho creer que somos un país en franco y pleno desarrollo, a la vanguardia, con logros y avances equiparables a los del resto del mundo. Sólo hace falta pararse en la calle y mirar alrededor para observar de primera mano la realidad producto de la corrupción como sistema imperante: las calles (cuando las hay) están mal construidas y son disfuncionales, hay inundaciones, accidentes de tránsito y embotellamientos. La delincuencia nos rodea, tenemos que cuidarnos de todos en todo momento para no ser asaltados o secuestrados.
La falta de educación cívica está por todas partes, la gente pasea a sus perros y no levanta las heces, se rebasan los límites de velocidad, los semáforos no figuran como señalización, no se respeta al peatón o al ciclista, los automóviles circulan con música estridente violentando la paz y tranquilidad en una franca falta de respeto al prójimo. Hay intolerancia, desprecio y falta de empatía cada vez más evidente hacia los desprotegidos, sin importar su situación.
Nuestro país está dividido, el día a día es un caos. Y somos un caos precisamente porque nuestra doctrina es la del desorden en el tejido social. En nuestro país existe un problema severo en la educación científica, histórica, política, cívica, moral y ética. La raíz de ese problema tiene su base en los mismos cimientos de nuestra historia: la colonia, la guerra y el priísmo.
Al ser tan jóvenes y no contar con instituciones y mecanismos suficientes o efectivos, nuestro sistema político, a diferencia de los de países más avanzados, no se ha estado forjando de manera independiente a las personalidades y estilos de gobierno de los presidentes, sino que guarda una relación muy estrecha con ellos.
Desde Hidalgo, hemos sido un pueblo que sigue a un líder sin cuestionarlo, esto se repitió durante la Revolución, donde la gente seguía a los caudillos incluso sin siquiera saber qué era lo que se buscaba. Por ello somos un país paternalista: si el presidente es un inculto, ignorante que usa la falacia como método para salir de problemas, tendremos entonces un pueblo inculto, ignorante y falaz; si el presidente es altanero, populista y despilfarrador, entonces tendremos un pueblo mayoritariamente igual a él. Estas características se van acumulando en la cultura, teniendo así los defectos de personalidad de todos los presidentes arraigados en nuestra sociedad, aún inconscientemente. Naturalmente, nuestra historia está salpicada con grupos opositores que la misma sociedad se encarga de convertir en parias.
Para entender qué pasó el 2 de octubre de 1968 y las implicaciones que esto tiene en la cultura mexicana, tenemos que revisar de manera específica la persona de Gustavo Díaz Ordaz Bolaños. El presidente que ante aplausos asumió "íntegramente la responsabilidad personal, ética, social, jurídica, política e histórica" ante la matanza de estudiantes en Tlaltelolco, como afirmó poco menos de un año después en su informe de gobierno. Pido al lector hacer uso de la autocrítica e intentar identificar qué de lo siguiente resuena en su cabeza como parte de su propia personalidad cívica, o de la personalidad colectiva de nuestra cultura.
Gustavo fue un niño muy pobre nacido en Puebla, pero con orígenes familiares en Oaxaca. Uno de sus antepasados fue un gobernador de ese estado, que en una de las muchas ironías que brindaría el futuro, murió asesinado mientras ejercía sus deberes. Su padre era un funcionario de la burocracia porfirista, venido a menos con el estallido de la Revolución donde perdió patrimonio y se vio obligado a viajar por todo el país con su familia en busca de oportunidades.
El pequeño Díaz Ordaz, creció acomplejado por el acoso escolar de sus compañeros por su apariencia y pobreza, en particular por un episodio de embargo a su familia por deudas contraídas y por la constante violencia psicológica ejercida por su madre al recordarle siempre su fealdad. Desarrolló una personalidad antipática y defensiva, obsesionada con su propio concepto del orden y una preferencia por no convivir con otros, que lo llevarían a ser siempre la persona más impopular en los círculos estudiantiles y sociales que frecuentaba. Sin embargo, Gustavo desarrollaría una astuta estrategia de supervivencia que le serviría toda su vida hasta llegar a ocupar el máximo puesto político en México: quedar bien con la autoridad en turno.
Desde la escuela primaria, Díaz Ordaz fue un niño que siempre acusaba a sus compañeros con los profesores, quienes lo veían con beneplácito por su obediencia y utilidad, así como por su hábito por el estudio y buenas calificaciones. El pequeño Gustavo ejerció su pobreza con dignidad hasta convertirse en joven adulto, se aseaba con dedicación todos los días, planchaba su ropa y boleaba sus zapatos hasta dejarlos brillantes. Su situación financiera cambiaría con la adquisición de sus primeros trabajos juveniles. En otra ironía del destino, se dedicaría a embargar familias que no podían pagar sus deudas; pasó de ser víctima a victimario para mejorar su calidad de vida. Dedicaba su vida a jamás volver a la posición social que tanto le molestó de niño, buscando el poder político y económico de manera inteligente.
La práctica de quedar bien con la autoridad en turno, se replicaría en su búsqueda por el poder, primero, con Maximino Ávila Camacho (hermano del presidente Manuel), quien fuera gobernador de Puebla, cacique y que más tarde sería Secretario de Comunicaciones y Obras Públicas. Díaz Ordaz lo apoyaría y adularía hasta lograr su primer impulso en su carrera política.
Posteriormente usó esta misma habilidad acomodaticia con Adolfo Ruiz Cortines quien se caracterizaba por su buena administración, austeridad y honestidad. Con la desconfianza de un veterano, Ruíz Cortines le daría una posición menor en la Secretaría de Gobernación, pero acercándolo a las esferas de poder. Finalmente se convirtió en mano derecha del presidente Adolfo López Mateos, un presidente frívolo, enfermizo y popular, de quien fuera amigo en los tiempos en que ambos fueron senadores. Su trabajo consistía en tomar todas las decisiones sucias que Mateos no se atrevía, o no podía. Hasta finalmente lograr la presidencia de México.
En contraste al beneplácito que los presidentes y maestros en la historia de su vida manifestaban hacia Díaz Ordaz, la mayoría de las personas que no ostentaban posiciones importantes y convivieron con él en algún momento de su vida, lo describen como un ser desagradable, antipático, cortante y corrosivo. Cuando llegó a ser presidente no gastó en lujos, o al menos no como otros presidentes, pero sí se hizo de una colección personal de trajes finos, batas de baño, zapatos, camisas, corbatas y calcetines, muchas de ellas bordadas con sus iniciales.
Iracundo como era, no validaba ninguna decisión que no fuera la suya, sufría de gastritis y severos problemas estomacales, se estresaba con facilidad y por ello durante su sexenio fue un presidente aislado tanto de su gabinete como de su pueblo. No obtenía la información de manera directa, juzgaba mediante las opiniones y consejos de unos cuantos. Su Secretario de Gobernación, el discreto Luis Echeverría Álvarez sería su mano derecha y virtualmente la única persona que le haría llegar la información hasta su despacho. Se mantiene la teoría de que fue Echeverría quien habló únicamente con el presidente sobre los estudiantes universitarios que se manifestaban, exagerándole la situación al grado de hablar de la organización de una guerra civil y de células terroristas; evocando en el presidente miedo a una nueva revolución que dejara al país como en su pobre infancia. Finalmente se dice también que fue Echeverría quien ordenó el ataque letal contra el Consejo General de Huelga para obtener la presidencia.
Díaz Ordaz fue el último presidente de México al que le fue bien en economía. Con un récord impecable en crecimiento económico, un índice de bienestar que siempre fue potencialmente hacia arriba, el mayor paso de ciudadanos mexicanos de la pobreza a la clase media. Sin duda pudo haber pasado a la historia como uno de los mejores presidentes, pero lo arruinó todo al hacer caso de su única fuente de información y su propia intuición sin contrapesos, fundada por su miedo a una nueva revolución auspiciada por todo aquello que él calificaba como desorden y su fobia a las inquietudes naturales progresistas de los jóvenes: el rock and roll, la cultura hippie y la liberación femenina.
Fue un hombre que nunca pensó fuera de los esquemas establecidos, ni siquiera de los propios y que juzgó de peligroso todo lo que se saliera de ellos, violentando así los derechos más básicos de los ciudadanos y asesinándolos con orgullo.
Díaz Ordaz quería auténticamente proteger a sus hijos y a las nuevas generaciones del rock y el libertinaje, pero en una última ironía, su hijo se convirtió en un rocanrolero y él murió de cáncer en el colon.
Hoy, en el año 2015, la mayoría -salvo algunos sectores que concuerdan con él- lo recuerda como un presidente autoritario y represor que representa lo más oscuro de la historia moderna de México y las prácticas más funestas que descubrió en ese sexenio el priísmo y que se han venido repitiendo y heredando a lo largo de los años: el Jueves de Corpus, la matanza de Acteal, Tlaltelolco el Primero de Diciembre del 2012 y Ayotzinapa.
En 1968 la población estaba francamente desinformada. Todos los noticieros de cadena nacional y la mayoría de los periódicos eran controlados por el gobierno. En los estados no había acceso a la información verdadera de la capital, incluso solo algunos capitalinos estaban plena o parcialmente informados de lo que había sucedido ese día. Televisa, como ahora, dominaba los medios con información oficialista.
Baste recordar los encabezados de todos los tirajes de "El Sol", haciendo ver a los huelguistas como violentos vándalos, justificando la masacre, o el infame reporte del hoy fallecido con honores oficiales, Jacobo Zabludovsky quien minimizó en una de las últimas notas del día el brutal ataque del gobierno contra sus ciudadanos, deslegitimando a los huelguistas y haciéndolos ver como rijosos terroristas. La gente entonces, al igual que su presidente, juzgaba a los muertos de Tlaltelolco de amenazar el bienestar y la nación, sin razón, pero con al menos algo de justificación y hasta con una inocencia peligrosa.
Hoy, el manejo de la información ha cambiado.
Aunque la mayor parte de los mexicanos, en especial los más vulnerables, siguen recibiendo información únicamente de la poderosa, inamovible e inmutable Televisa, existen medios digitales independientes muchas veces atacados por el gobierno. Hay periodistas como la valiente Carmen Aristegui, que ahora está despedida y es desprestigiada entre la sociedad con una campaña que pretende desinformar, pero que no lo consigue del todo. También existen miles de usuarios ciudadanos responsables en redes sociales que a través de sus celulares pueden captar la información real y evidenciarla al momento. Ahora existen válvulas de escape para salir del oficialismo y captar todas las fuentes para formarnos un juicio.
Hoy se saben cosas que antes permanecerían ocultas de la opinión pública, la matanza de los normalistas se supo con relativa rapidez. Se sabe que la búsqueda es difícil porque se encuentran cientos de fosas con cadáveres que no corresponden, se conocen los resultados de los peritos no oficialistas, se sabe que las policías y el ejército estuvieron enterados en todo momento de lo que sucedía y no intervinieron, que hubo una misteriosa figura que apagó las cámaras de vigilancia, que el procurador de justicia Jesús Murillo Karam, en complicidad con el Presidente Enrique Peña Nieto y todo el aparato del Estado, ocultó evidencias e información y falsificó una versión que nombraron "verdad histórica”. Intentando así, salir rápidamente del problema de credibilidad y arreglarlo con demagogia presidencial tardía con frases como "superemos esta etapa", revirando "todos somos Ayotzinapa" y preparando un vacío decálogo. En un país plenamente democrático, esto sería suficiente razón para destituir al presidente de sus funciones e incluso llevarlo a juicio político.
Pero si uno consulta las redes sociales de periódicos y revistas de noticias, podrá observar que a un año de la masacre de Iguala, hay muchísimos usuarios que tachan a los estudiantes de la Normal Isidro Burgos como "terroristas", "vándalos", "delincuentes", “Ayotzilacras"; y que los que se atreven a tener una postura en contra de la falta de un verdadero estado de derecho, la tortura, la violencia, la injusticia, el encubrimiento y el asesinato de los 43, son calificados de "chairos", "pejezombies"o “Ayotzliebers".
A la mano hay información más que suficiente para entender que los padres de los normalistas están desesperados porque no encuentran justicia o una respuesta aceptable a sus demandas, que si bien su lucha a veces no es legal, sí es legítima y es por ello que la llevan a cabo. Hay información histórica para suponer que muy probablemente la autoridad es la que dispara primero o que infiltran agentes para que hagan actos de vandalismo que desprestigien al movimiento. Debe haber incluso alguien que pueda comprobarlo, pero que prefiere guardar silencio.
Esta información no se entiende así por el arraigo irreversible de la cultura que nos hereda el presidencialismo paternalista del PRI, en particular Díaz Ordaz. Una cultura del miedo al otro, de falta de empatía, de egoísmo para no perder lo poco que he podido sacarle al sistema opresor en el que vivo, de aislamiento social, de quedar bien con la autoridad para mi aparente beneficio personal, aunque signifique el perjuicio de la sociedad, y por lo tanto, mi perjuicio.
A causa de esta herencia cultural, en cada uno de los muchísimos mexicanos intolerantes, hay un pequeño Zabludovsky juzgón y acomodado susurrando versiones en un oído, un Echeverría sugiriendo violencia en el otro y un pequeño Díaz Ordaz tratando de salir a imponer opiniones y voluntad, sin importar las consecuencias o las formas de hacerlo, violentando derechos fundamentales, propiciando la injusticia, radicalismo e impunidad que, al igual que el expresidente, irónica y paradójicamente temen y critican. Es preocupante que al igual que el traumatizado y paranoico Díaz Ordaz tuvo poder, estos ciudadanos también sean poco cívicos y de oídos sordos que también resquebraja al país.
Lo único que deberíamos aprender de Díaz Ordaz en aquel trágico suceso de 1968, es su capacidad de asumir su propia responsabilidad. En vez de caer en la trampa fácil y de tradicional paternalismo de transferírsela a la autoridad o a los grupos que se le oponen, debemos asumir la nuestra en el gran tejido social que es nuestro país, entenderlo, documentarnos, dialogar y pasar a un México más maduro cívicamente.
Tiene que ser necesariamente así para lograr una democracia plena, con instituciones y mecanismos confiables, un sistema judicial que funcione, una democracia inteligente, un Estado de Derecho y que ninguna matanza de ésta índole vuelva a suceder jamás.
Aprendamos a gobernarnos nosotros mismos.
Que deje de gobernarnos Díaz Ordaz

martes, mayo 05, 2015

Escurrimiento y Anticoagulantes

Escribir una obra original requiere pericia, escribir una obra original basada o inspirada en una obra conocida es arriesgado, hacer esto mismo con una obra cumbre del arte es peligrosísimo, esto es porque sin importar qué o cómo se haga, siempre habrá quienes la comparen con la obra original; para ello se ha descubierto la forma de "adaptación" o "inspirada en", un recurso que bien utilizado puede resultar en una obra artística con sus propios méritos, utilizando como referencia para contar algo una obra primigenia anterior. Este recurso intenta utilizarse, pero a menudo no es del todo entendido por sus creadores al intentar imitar la obra en que se basa, las obras exitosas logran una justa media entre la fidelidad al espíritu de la obra original y la nueva propuesta resultante de ese discurso personal que se quiere contar.
Con esto en mente fui a ver la obra de teatro Escurrimiento y Anticoagulantes, escrita por David Gaitán y dirigida por Daniel Constantini, basada en la novela Crimen y Castigo de Fiódor Dostoyevski, con las actuaciones de Karla Constantini, Olaff Herrera, Coralia Manterola, Fernando Sakanassi, José Alberto Sigala y Mauricio Cedeño en el papel protagónico de Raskólnikov.

Los que conocen el ambiente del teatro mexicano saben que David Gaitán es el más reciente rockstar de la dramaturgia, la mayoría de sus obras tienen un toque de frescura al tiempo que mantienen una sencillez clásica que las hace disfrutables y digeribles para el público general, sin perder la capacidad de lograrle reflexión, Escurrimiento y Anticoagulantes es una obra escrita de esta manera clásica, siendo fiel en espíritu a la novela original, sin embargo, también cuenta con una extensa y complicada teatralidad, con largas piezas de diálogo, poesía, metáfora y diferentes planos de realidad e incluso dilación del tiempo, ejecutado todo, naturalmente, a través de los más de trece personajes.

Así de complicado como suena, debería buscarse a un director más que capaz, sino talentosísimo, para encontrar la forma de llevar esto a escena de manera ingeniosa y exitosa. Aunque en Guadalajara hay muchos directores que logran llevar puestas en escena complicadas con el mínimo de recursos, Constantini demuestra ser una sabia elección, ya que el mítico maestro y director no solo logra hacer una puesta en escena llena de niveles distintos con un minimalismo técnico memorable y digno de todo reconocimiento, sino que también dirige al ensamble de actores con sincronía, ritmo y fundamentos todo el tiempo, la complicadísima obra logra así asentarse con los pies en la tierra para que el público pueda entenderla y disfrutarla, y en combinación con el texto, generar emociones y reflexiones. Uno comienza a ver la obra y en minutos ya está inmerso en la ficción, se olvida uno que está en un teatro rodeado de público y se encuentra siendo el observador invisible del mundo de Raskólnikov, quien, como en la novela original, mata a su rentera, una usurera, bajo el pensamiento de que se trata de una acción necesaria que mejora al mundo, más allá de los límites de la ética y la moral, una acción que solamente podrían llevar a cabo los seres extraordinarios, esto lo lleva a líos legales y en sus propios cuestionamientos éticos que modifican un comportamiento errático de un personaje interesantísimo.
La diferencia entre la obra original y la pieza teatral está fundamentalmente en que podemos observar y conocer mejor el pensamiento interno de Raskólnikov a través de las voces que le hablan, sus niveles de consciencia  representados en personajes que lo rodean y persiguen todo el tiempo, con contradicciones, arrepentimiento, inseguridades, orgullo y miedos, personajes que le hablan dilatando el tiempo y rompiendo los límites del espacio externo para ingresar en su psique, llevando la fe escénica al nivel del público, no solamente de los actores. Esto es fiel espiritualmente al material original, al tiempo que presentan algo nuevo e interesante dentro de lo teatral.

Para lograr todo esto, además de un buen director, se necesitan no solamente uno o dos buenos actores que lleven la historia, sino un ensamble completo en comunicación y entendimiento, alineados todos para contar una historia. La obra cuenta con un ensamble maravilloso, todas las partes funcionan y se entremezclan en una concentración y coreografía impresionante de casi dos horas de duración. Raskólnikov, como en la novela, es un personaje cambiante, enfermizo, paranoico, los cambios son visibles ante el espectador, se van develando poco a poco, ya sea a través de la historia lineal, que es intrigante y llena de giros y suspenso, como por medio de los personajes que representan su conciencia, rodeándolo todo el tiempo.

Todos los detalles están cuidados al máximo, la música del cuarteto NIMA es atrapante y desconcertadora, al estilo de Bela Bartok, la escenografía es precisa y al igual que la iluminación, es expresionista, aporta mucho a construir una atmósfera que atrape para finalmente narrar muy bien la historia.

A mi parecer, los único tres puntos débiles de la obra son que al principio el ritmo puede sentirse impostado -es un texto difícil y el prólogo es particularmente complicado-, pero al cabo de unos minutos los actores se relajan y todo va mejor, mucho mejor (destaco que fui a la segunda función, seguramente al pasar muchas veces la obra esto se arreglará por completo).
También se tomó la decisión de hacer un intermedio que considero no solo innecesario, sino dañino para la progresión de la historia, es un freno en el escalafón de emociones que uno vive -sin embargo, escuché público que lo agradecía por tratarse de una obra de poco menos de dos horas de duración, en mi opinión, si el público puede aguantar ir al baño o comprar palomitas en un cine, también podría hacerlo en el teatro.-
Y por último y de forma periférica, el programa de mano contiene un conjunto de halagos de Martín Acosta hacia David Gaitán y no una sinopsis clara y atractiva de lo que trata la obra, es sabido que mucho público que no tiene la capacidad verbal para recomendar una obra utiliza los programas para hacerlo, y en mi opinión, es el público quien debe halagar -o no- a un creador, después de conocer su obra, en lugar de los intelectuales del medio o los mismos programas de la puesta. Pienso que los programas deberían tener una sinopsis en vez de textos que solo entenderán los locales.

En resumen, Escurrimiento y Anticoagulantes es una obra muy recomendable, fina, bien pensada, escrita y montada, con actuaciones excelentes y una ficción atrapante a la que hay que prestar atención todo el tiempo, pero que además es digerible para todo público. No hace falta conocer la novela original Crimen y Castigo para entenderla y disfrutarla, teatro fresco que a su vez hace referencia a lo mejor de lo clásico.
Es una de las mejores obras que he visto en Guadalajara.


La puesta está en su primera temporada en mayo y junio de 2015, los sábados a las 7 pm y domingos a las 6 pm. El boleto cuesta 150 pesos general y 100 de estudiante. La obra vale cada centavo.


domingo, febrero 15, 2015

De Qué Hablamos Cuando Hablamos de Birdman O (La Inesperada Reinvención de Un Cineasta)

El año pasado, un cineasta nacido en México -y fugado- obtuvo el máximo galardón que otorga el medio y la Academia del Cine de Estados Unidos, un bien merecido premio Óscar a Mejor Director por Gravity, que probablemente hubiera ganado como mejor película si sus logros técnicos y narrativos hubieran servido a un buen contenido de guión y discurso.

Considero que mas que un orgullo para México, debería ser una vergüenza que los mejores artistas cinematográficos del país deban irse al extranjero para desarrollarse y brindar al mundo sus valiosas creaciones, a diferencia de los enormes periplos que pasan los artistas cinematográficos que se quedan en México y con grandes esfuerzos logran sacar adelante producciones, algo que termina por causar cansancio y frustración en un país donde el cine es mayormente controlado y legitimado por una institución federal centralizada con juicios que nunca han servido para producir ni más, ni mejor, ni acercándose al público. Quién sabe cuántos Bertoluccis habrán mandado su carpeta de producción a IMCINE sin recibir ningún apoyo por no cumplir con alguno de los requisitos que merman la libertad creativa, por no ajustarse al discurso institucional, por enviar una propuesta demasiado arriesgada para ellos, por no bien-pertenecer a la comunidad cinematográfica capitalina y/o por no conocer o tener amistad con alguno de los directivos en turno como para que le ayude a uno a hacer una transa legal, pero a fin de cuentas, una transa.
Se sabe que el cine es una carrera de resistencia, pero en México hay que estar hecho de aleación de acero.

En la temporada de premiaciones estadunidenses de este 2015, de nuevo un director mexicano se está llevando todas las estatuillas, se trata de Alejandro González Iñárritu, nombre impronunciable para los norteamericanos, director de las internacionalmente exitosas Amores Perros, 21 Gramos, Babel y Biutiful, películas conocidas por su género melodramático al extremo con mucha pornomiseria -cosa que al público del primer mundo le encanta-, escritas las primeras tres por Guillermo Arriaga, el rockstar del guionismo nacional, aún con todas las fallas de verosimilitud para lograr el melodrama excesivo en las últimas dos películas escritas para Iñárritu, hasta el fin de su relación con él, tema bastante mórbido y sonado en su momento, se habló de un distanciamiento debido al ego de ambos, particularmente al del director; ya sea esto verdad, mentira o una leyenda, el asunto es un estigma que el ahora nominado al Óscar ha cargado en su persona (no en su obra) desde hace tiempo y que por la naturaleza de su más reciente trabajo, se renueva en la habladuría colectiva y varios artículos periodísticos y de pseudocrítica cinematográfica que me parecen mas tabloides de chismes de espectáculos que crítica seria, causando que la apreciación se sesgue hacia allá; y es que Birdman O (La Inesperada Virtud de la Ignorancia) se trata de una película que habla fundamentalmente del ego y la necesidad de reconocimiento, con todas las tangentes que tiene esto en la vida de alguien y en sus allegados.

Sin embargo, creo que el enfoque que la mayoría de los artículos que he leído sobre Birdman (para acortar) han sido incompletos, algunos hablan sobre la espectacular realización de la película en casi un solo plano-secuencia -algunos a favor, otros en contra- del regreso de Michael Keaton a la escena cinematográfica de primera clase -actor que fue Batman en las películas dirigidas por Tim Burton y que rechazara el papel por tercera vez cuando la franquicia le fuera entregada a Joel Schumacher-, de la egomanía -hasta con falaces señalamientos de hipocresía- de Iñárritu al tratar de imitar el estilo narrativo de su amigo Cuarón para ser reconocido, o la más ridícula de todas, si la película puede ser considerada mexicana o no; en suma, consideraciones ociosas y superficiales que pasan por alto la esencia de la película: es una adaptación -mas que solo literaria a cine- desde el alma de un relato de Raymond Carver que entiende, interpreta y se apropia de la fuerza del texto tanto como la del sentimiento del escritor. No es casual que se haya escogido ese texto de ese autor o que la película abra con el último poema escrito por él, Late Fragment:

And did you get what
you wanted from this life, even so?
I did.
And what did you want?
To call myself beloved, to feel myself
beloved on the Earth.
-
Y obtuviste lo que
deseaste de esta vida, a pesar de todo?
Lo hice.
Y qué deseabas?
Poder llamarme amado, sentirme
amado en la Tierra.

Poema que tiene una relación estrecha y totalmente unitaria a la película, le da contexto y la complementa, nos adelanta lo que quiere decirnos sin chantajes ni arruinar la progresión de la historia, a la vez que es una síntesis del pensamiento y emociones de Carver, un escritor alcohólico, sin éxito ni reconocimiento, con numerosas relaciones fallidas y ex esposas; es una síntesis de todas las inquietudes expresadas a lo largo de su obra y testimonio valiosísimo de su redención alcanzada justo antes de morir, cuando aprendió finalmente que la vida es menos ser reconocido, sino algo más profundo y que nos brinda tranquilidad y levedad. 

La película paralelamente cuenta la historia de Riggan Thomson (Keaton), un actor que en sus mejores días interpretara al superhéroe Birdman, y que quedara encasillado el resto de sus días como el personaje, aún cuando en 1993 renunciara a la franquicia, ocasionando con su ego y sed de reconocimiento que su carrera y vida familiar se desplomaran. Riggan está en plena producción de la puesta en escena de la obra ¿De Qué Hablamos Cuando Hablamos de Amor?, una adaptación al teatro del relato homónimo de Raymond Carver. En el elenco está su novia actual y el recién llegado Mike Shiner (Edward Norton) un actor sustituto para reemplazar, de último momento, a uno terrible y con quien librará una batalla por resaltar, producto de la inseguridad de ambos; asimismo la hija de Riggan, producto de su matrimonio fallido, quien estuvo en rehabilitación por drogas, Sam (Emma Stone) realiza tareas de producción en la obra. Cada uno de los personajes de la película tiene un demonio interno que no le permite vivir ni desarrollarse como artista, actor, hija, novia o padre; todos estos demonios tienen que ver con el ego maltratado por el medio implacable del showbusiness. Podemos ver una relación cercana con Carver en el contenido, pero enriquecido con las particulares inquietudes de los realizadores.

Los personajes Carverianos son, en su mayoría, seres humanos comunes y corrientes, amas de casa, matrimonios, parejas, rednecks, madres solteras, hombres divorciados o solitarios, todos aplastados por su suerte en la vida y con una necesidad enorme de amor, o al menos de compañía. Son personajes que pueden saber totalmente insignificantes e irrelevantes, es precisamente esto lo que hace interesantes sus cuentos, sabemos que estamos leyendo fragmentos de vidas que podrían ser de cualquier persona, se vuelven importantes cuando un autor las escribe, igual que la cámara de cine cuando se posa sobre un personaje aparentemente insignificante. Esta idea de ser efímero es lo que molesta tanto a Riggan, no puede vivir siendo un don nadie, desea sobresalir y esto lo lleva a perderse en si mismo, a percibirse como un ser sobrenatural con poderes mentales y de levitación. La película y sus personajes confrontan a Riggan en las situaciones que se le presentan, en las discusiones en las que se envuelve y en su complicado proceso creativo. "Una cosa es una cosa, no lo que se diga de ella", y en el caso de Birdman tenemos una película que claramente tiene estas influencias y referencias, manifestándolas en pantalla.

Mucho se habla también del plano-secuencia que compone la mayoría de la película, algunos puristas debaten el hecho de que sea un real plano-secuencia, ya que utiliza trucos de postproducción para dar la apariencia de ser un plano ininterrumpido, cuando en realidad, se realizó -naturalmente- en partes; otra discusión ociosa -igual que la de la cinefotografía digital-, ya que lo único que importa es la sensación narrativa y resultado de la película como obra, y no el proceso artesanal de realizarla. La pregunta pertinente es si esta forma de narración funciona para contar la historia y si es integral con su contenido; pienso que la técnicamente complicada decisión de un plano ininterrumpido -salvo un corte elíptico- es una manera de dar una sensación de realidad -la vida no tiene cortes- para acercarnos a la particular circunstancia de un grupo de personajes que podrían ser actores y trabajadores del teatro reales, justo como leer un relato de Carver nos haría sentir, sin perder la licencia que el director toma para otorgar su discurso sobre el ego, separando al personaje de Riggan Thomson del resto, acercándonos a la percepción subjetiva que tiene sobre si mismo, entrando en su mente, aún sin cortes. "Una cosa es una cosa, no lo que se diga de ella", y en el caso del plano-secuencia de Birdman ante los ojos intuitivos de cualquier espectador es una narración ágil y casi ininterrumpida que da una sensación de omnipresencia e intimidad en los problemas existenciales de un grupo de insignificantes seres que aspiran a ser reconocidos, en la carne de actores, los seres humanos con más necesidad de reconocimiento de todos.

Birdman es una película tremendamente unitaria, diría yo que es la película mas unitaria de Iñárritu -en su anterior filmografía, excepto Biutiful, puede sentirse una narrativa trunca, debido a cierta debilidad de cohesión en las historias que componen cada película- además del estilo narrativo, cada escena, arco dramático y característica de cada personaje está enfocada al tema desde diferentes perspectivas, incluso la unidad sobrepasa los límites de la pantalla al metacine al castear actores como Edward Norton, conocido por su perfeccionismo y exigencias, Emma Stone, conocida por ser la nueva atractiva actriz joven con problemas de drogas y a Michael Keaton, la superestrella fugaz de los 80s y 90s que perdió notoriedad y abandonó Hollywood en gran parte debido al voluntario fin de su reinado como Batman. Todas estas características que aparentemente el director buscó para reforzar la cohesión y terminar de afianzar la sensación de realidad buscada para hacerle justicia a su visión desde Carver.

Mucho se discute sobre lo pretenciosa que es o no es la película. Algo pretencioso es algo que aparenta o pretende ser más de lo que realmente es, Birdman nunca vende en sus trailers o brinda en su película nada más de lo que es, una historia relativamente sencilla, con una necesaria construcción psicológica elaborada, sobre un actor en su lucha por estrenar la obra que él cree que es su última gran oportunidad, en batalla con él mismo, el ego y problemas humanos de los que lo rodean, problemas de sexualidad, familiares, amorosos, con la crítica, con la idea de la fama y los motivos y objetivos para alcanzarla, problemas que cualquier persona que haya pertenecido al medio del teatro en casi cualquier parte del mundo puede saber verosímiles y reales, pero que no requieren de especialización y conocimiento de ese mundo para poder entenderse por la audiencia. Sin embargo, es también una película que requiere una educación previa y nivel cultural para poder apreciarla plenamente y esto también es un tema que la película toca y critica: el juicio del crítico como una forma de poder, desde un lugar demasiado cómodo en el cual -a diferencia del artista- no se arriesga ni se pone nada, un mensaje frontal incómodo y retador para los que nos sentimos capaces de hacer crítica y también para los que deliberan qué proyectos se hacen y qué proyectos no en México, mientras ven una película memorable, compleja y arriesgada que jamás se podría realizar en este país si seguimos utilizando como guía sus juicios basados en etiquetas y formas preestablecidas.  Por otro lado, también le da una voz al crítico para defenderse como un amante del arte con ideas e intentando mejorar su medio, con el problema que también lo hace desde su ego, haciendo que el artista escénico tenga la necesidad de ser aceptado por él para ser legitimado, llevar audiencia a la sala y ser recordado, mientras al mismo tiempo habla de lo simple y efímero que puede resultar el juicio de las masas, cuestionando de esta forma el juicio del crítico especializado para develarnos a través de personajes actores -los mas expuestos y vulnerables- una verdad sobre el ego y la aceptación que -al igual que Carver antes de morir- el director pudo descubrir con su trabajo y que se hace evidente en el hecho de que reinventó su cine, de ser melodramático a ser cómico, tomándose a si mismo más ligeramente, pero aún conservando el toque autoral y el discurso sobre temas que le parecen importantes, recordándonos que las obras de arte nos deben de servir para encontrarnos a nosotros mismos, facilitándonos el camino para hacerlo. Habría que analizar si Iñárritu hubiera podido lograr hacer esta película técnicamente, pero también teniendo este necesario desarrollo personal como artista, en un país donde la legitimidad de uno depende de una arcaica y equivocada institución oficialista.


El día de los Óscares -hay que decirlo, es un premio que siempre ha pasado por alto a grandes cineastas, pero que da prestigio internacional- quisiera que ganaran Michael Keaton, un gran actor con rango y perfeccionismo excepcional, actuando en complicados planos-secuencia sin cortes, Lubezki, el gran cinefotógrafo de alcances narrativos enormes, y el fresco y renovado Iñárritu, haciendo así que dos directores mexicanos ganaran dos veces seguidas, porque creo que lo merecen y para que probablemente haga reflexionar a nuestra institución acerca de cómo ha venido haciendo las cosas, a menos que estén tan ensimismados en su ego como para seguir creyendo que tiene la razón.

Una cosa queda clara con esta película, a Iñárritu probablemente ya no le importe mucho lo que diga la crítica -y hace muchos años, también el oficialismo-, sino expandirse como cineasta, liberándose del estigma subconsciente más grande del artista mexicano junto con la religión, y eso no puede ser malo, aunque tal vez si envidiable. 




viernes, febrero 13, 2015

Whiplash

Whiplash es una película escrita y dirigida por el cineasta estadunidense Damien Chazelle, nominada a los Óscares del 2015 en las categorías de Mejor Película, Mejor Actor de Reparto, Mejor Edición y, por supuesto, mejor Mezcla de Sonido.

Pocos saben que Whiplash es una expansión de un exitoso cortometraje del mismo nombre, estrenado en 2013 con gran éxito en festivales como Sundance, entre otros de renombre e importancia internacional. El éxito del cortometraje y el talento desplegado por su director llevaron a buen puerto la producción de un largometraje de bajo presupuesto -bajo los estándares del cine de Estados Unidos- pero con grandes alcances en el arte cinematográfico, nada mal para una ópera prima.

La historia es relativamente sencilla y gira siempre en torno a Andrew Neyman (Miles Teller), un joven aspirante a baterista profesional, músico de corazón, que estudia en el Conservatorio de Música de Shaffer (una escuela ficticia de música, pero que se asemeja mucho a Julliard) en Nueva York, uno de los mejores conservatorios de Estados Unidos y del mundo; ahí, se encuentra con el profesor Terence Fletcher (J.K. Simmons -el actor que interpreta al editor del Daily Bugle en Spider-Man-), un exigente e implacable músico, director de la banda de jazz de la escuela. Neyman ingresa a la banda tras causarle una buena impresión, sin imaginar el abuso verbal, psicológico y hasta físico que Fletcher le infringirá para lograr, según él, convertirlo en un músico maravilloso. Fletcher es un director feroz, que ensaya a sus músicos como un entrenador militar, mientras que Neyman es un muchacho obsesionado con convertirse en el baterista perfecto, sacrificando su vida personal para lograrlo, una combinación de fuerzas igualmente poderosas.

Aún pareciendo una película para músicos y artistas en general -seguramente serán los que se sentirán más identificados-, la película es dinámica y tiene un ritmo sobresaliente que nunca cae, con giros y tensión siempre elevándose, resuelta en la dirección de cada escena, los actores que brindan interpretaciones siempre precisas y sobresalientes, la edición adecuada para cada momento, ya sea una tranquila escena de conversación entre dos jóvenes en una cita, un cruel regaño del maestro al alumno o una explosiva secuencia de jazz, la plástica y expresiva dirección de fotografía de Sharone Meir -quien nunca antes había sobresalido con una película-, así como -naturalmente- una banda sonora y diseño de sonido espectacular con el reto técnico que la película exige cumplido con creces: escuchar música y ejecuciones fenomenales.

Todos estos elementos son, sin duda, el resultado de la sensibilidad del director hacia la música, ya que él mismo cursó y dedicó años de preparación en ella antes de convertirse en cineasta, tal vez es por ello que logra capturar perfectamente la obsesión a la que puede someterse un artista en su búsqueda por alcanzar sus sueños; esto resulta en una película sobre arte y artistas que cualquier persona podría disfrutar.

La película avanza de manera imaginativa, en algunos momentos probablemente hasta el punto de la exageración, pero es pasable porque puede percibirse la honestidad de un autor con algo que decir sin miedo ni sutilezas desde su punto de vista; esto es lo que a final de cuentas convierte la película en algo sobresaliente después de develarse por completo.
En su desarrollo confronta puntos de vista sobre el arte y su enseñanza, tenemos a dos personajes antagónicos con un sueño que se convierte en obsesión, una víctima y un victimario y las preguntas de ¿por qué hacer arte?, ¿en qué momento y bajo qué circunstancias se puede perder el motor inicial para hacerlo y disfrutarlo?, ¿hasta qué punto y con qué métodos un maestro puede motivar a un joven artista con aspiraciones?, ¿es importante el reconocimiento de un circuito de arte?, ¿qué le hace a la sanidad mental el circuito y la exigencia?, preguntas éticas importantes que la película hace, pero, muy inteligentemente, deja que el espectador responda mediante la historia que acaba de ver.
Sin embargo, mas que una película sobre arte, es una película sobre perseguir una pasión de manera obsesiva y eso es precisamente lo que la vuelve universal. 

Una película similar es Black Swan de Aronofsky, que explora la obsesión de una bailarina de ballet por alcanzar la perfección, también la más reciente Birdman de Iñárritu, que explora la obsesión de un actor por realcanzar la fama o de una manera más sutil incluso podría tener semejanzas con Boyhood, que explora el crecimiento de un niño hasta convertirse en un adolescente.

Es curioso y afortunado que en épocas recientes, enmedio de las películas vacías y producidas por corporaciones y mercadólogos, el cine estadunidense se preocupe por llevar historias de reflexión sobre el arte y el crecimiento humano -a fin de cuentas la misma cosa- con la gran tarea cumplida de hacerlas accesibles y valiosas para el público general y no solamente a la elite de festivales y circuitos exclusivos, evidencia para esta elite de que es posible.


Es una película muy recomendable, con una realización espectacular, pero más importante: una película joven, realizada por gente joven y claramente apasionada con una honestidad que viene del alma y que la sustenta desde ahí. 


jueves, septiembre 11, 2014

¿Más café Mr. Johnson? - Fideicomiso a la producción de cine en Jalisco

El miércoles 10 de septiembre del año 2014 se citó a todos los miembros del gremio de cineastas de Jalisco al Museo Regional de Guadalajara a las 6 de la tarde para una consulta pública sobre las condiciones de trabajo de la cinematografía local.

A la cita acudieron muchos miembros de la comunidad y los invitados especiales para exponer su punto de vista sobre los temas fueron Kenya Márquez, directora del largometraje Fecha de Caducidad y profesora de producción en el Departamento de Imagen y Sonido de la Universidad de Guadalajara y Samuel Kishi Leopo, director del largometraje Somos MariPepa y director general de la casa productora Cebolla Films. Al centro de la mesa se encontraba moderando la reunión Rodolfo Guzmán, consejero del CECA y presidente de la Comisión de Filmaciones del Estado de Jalisco.

Con unos minutos de retraso, comenzó la reunión en donde primeramente tocó el turno a Kenya Márquez, quien abrió el tema para el que se organizó la junta: las controversias ante el nuevo fideicomiso a la producción de cine en Jalisco.

Kenya abrió con unos datos importantes acerca del fideicomiso existente desde el año 2003 en Nuevo León, mediante el cual se realizan hasta 12 películas anuales, resultando en ser el 20% de la producción fílmica nacional al año.
Este fideicomiso fue creado y es gestionado por un Consejo de Cultura, conformado por una junta de artistas de diferentes áreas con la misma voz y voto, a diferencia de como funciona la política cultural en Jalisco, en donde una Secretaría de Cultura se encarga fundamentalmente de las decisiones, pero lo más importante es que establece candados para la protección de los cineastas NeoLeonenses y su desarrollo como creadores y profesionales, resultando en trabajo para la mayoría y una derrama económica para las actividades comerciales no relacionadas directamente con el cine. Consecuentando así un interés natural de los empresarios y público NeoLeonense en el apoyo al cine local.
El mas importante de estos candados es el hecho de que solamente cineastas con proyecto a concurso nacidos o residentes desde hace más de 5 años en Nuevo León pueden acceder al incentivo que es otorgado mediante deliberación de un jurado externo en el Distrito Federal, con el fin de que las decisiones no se vicien por relaciones personales.

En contraste, tenemos el caso de Jalisco, en donde hasta el año 2014 no existía ninguna convocatoria similar. Se agradece que la Comisión de Filmaciones del Estado de Jalisco y la Academia Jalisciense de Cinematografía en conjunto con el Gobierno del Estado se hayan dado a la tarea de llevarla a la redacción y a su práctica, sin embargo, aunque esto representa un avance de algo que se ha venido buscando desde hace décadas, también es un potencial peligro para el trabajo de los cineastas locales ya que la convocatoria establece que cualquier persona, de cualquier parte del mundo, pueda venir a Jalisco a hacer uso del dinero de los impuestos de los oriundos del estado para realizar una película y no establece que un mínimo de trabajadores de la producción local deban ser cabezas de departamento. Esto es, en resumen, una política que podría resultar en hacer de los cineastas de Jalisco trabajadores de maquila del cine, sin ejercer su profesión con dignidad, creatividad ni elevando el capital artístico del país mediante la pluralidad de producciones. Además, profundizaría la desigualdad imperante en el cine mexicano, en donde los cineastas jóvenes o que quieren realizar sus óperas primas, tienen ya muchísimas complicaciones para ejercerse, ya que los incentivos son otorgados a una conocida camarilla de personajes con influencias y privilegios ante instituciones, distribuidoras, casas productoras y cadenas de cines.

Todas estas inquietudes fueron presentadas una a una de manera homogénea y sin excepción por los ponentes y posteriormente por los participantes de la brevísima sesión de preguntas y respuestas.

La pregunta es ¿por qué lloramos antes de que nos peguen?, ¿por qué se generan todos estos cuestionamientos cuando la primera convocatoria acaba de abrirse?, pues, es precisamente porque las condiciones de la misma nos causan justificadas, pero veladas, sospechas.
Para empezar, y como fue indicado anteriormente, cualquier persona de cualquier parte del mundo puede participar de la convocatoria.
Segundo, la convocatoria fue abierta del 8 al 26 de septiembre, un periodo de tiempo sumamente pequeño para el desarrollo de un proyecto serio de largometraje. Además, debe agregarse que la convocatoria fue lanzada tan solo una semana antes del día 8 de septiembre y de la cual casi ningún cineasta local estaba enterado, incluso aunque el fideicomiso haya sido publicado en el Periódico Oficial del Estado de Jalisco el 24 de marzo del presente año. Esto es, hubo incentivo, pero no hubo convocatoria, durante un lapso de casi seis meses.
Por último, los resultados serán dados a conocer el 1 de octubre, esto es, tan solo ocho días después del último día de la convocatoria, en contraste con otras convocatorias similares en el país en donde se dan dos o hasta tres meses para hacer una valoración de los proyectos a los jurados.

Desde esta perspectiva, las sospechas de toda la comunidad cinematográfica no parecen infundadas, porque pensar que estas decisiones son por falta de conocimiento del funcionamiento de las becas, parece inocente.

Samuel Kishi señaló los riesgos y la injusticia que representa que estos recursos puedan ser otorgados a personas que no tengan trabajo o residencia en Jalisco, ya que no contribuye al desarrollo de una sana industria de producción, en donde, si bien nos va, representamos solamente el 2% de la producción nacional, aún siendo uno de los estados mas prolíficos en profesionales del cine en el país. Durante su ponencia dijo las siguientes palabras:

"No puedo considerarme director si cada 10 años estoy dirigiendo, si cada dos o tres años viene un extranjero a producir y nos contratan como el asistente del asistente del asistente para decir "¿Más café Mr. Johnson?""

Los participantes también señalaron los casos de la industria del cine en India, donde se elevó la industria hasta hacerla rentable, al lograr que solamente los hindúes participaran de una convocatoria similar y se señaló el hecho de que es ofensivo que los productores del Distrito Federal solo acudan a Guadalajara a filmar para malpagar los sueldos de sus producciones, un vicio que se ha venido dando desde hace varios años.

Ante todos estos cuestionamientos, Rodolfo Guzmán contestó con paliativos. Señaló que es un gran logro que el fideicomiso ahora existiera "Antes de lanzarse, no existía esta convocatoria", dijo.
Señaló también la importancia de que cineastas de otros estados y países vinieran a Guadalajara para que los trabajadores del cine local pudiéramos aprender de ellos y profesionalizarnos e indicó que la separación de las categorías de "Alto impacto" para películas con fondo otorgable de 13 millones de pesos y "Estándar" con fondo otorgable de 4 millones de pesos está justificada de manera económica de forma similar a la de fondos nacionales y que es benéfica para el desarrollo de la industria cinematográfica jalisciense.
También señaló que la convocatoria es perfectible y que se le harán modificaciones en las emisiones próximas.

Asimismo, la diputada local Verónica Delgadillo García, a quien puede encontrarse en la oficina E-1 del Congreso del Estado ofreció todo el apoyo que pudiera otorgar al gremio de cineastas, pero solicitó el apoyo de los mismos para lograrlo. Se comprometió a poner la industria fílmica en la discusión del presupuesto de egresos de este año.
Aquí incluyo el enlace a sus datos de contacto: http://www.congresojal.gob.mx/Diputado_veronica_delgadillo_garcia_congreso_jal-101.html

Ejerciendo mi derecho a la transparencia ante los recursos públicos y como directamente interesado en apoyos a mi profesión, lanzo las siguientes preguntas directamente a Rodolfo Guzmán, como representante visible de la junta y la Comisión de Filmaciones:

1. ¿Por quién o quiénes fue diseñada la convocatoria y el fideicomiso?
2. ¿Cuál es la razón detrás de que se de tan poco tiempo para la entrega y deliberación de proyectos ganadores?
3. ¿Cuál es la razón detrás de que no se incluyan candados para los cineastas jaliscienses?
4. ¿La convocatoria y fideicomiso en su redacción final fueron consultados y avalados por un grupo de personas?, ¿fueron de la Academia y/o de la Comisión de Filmaciones, o de otras dependencias?, ¿quiénes fueron estas personas?
5. Con tan poca anticipación para el lanzamiento y deliberación de la convocatoria, ¿cuántos proyectos esperan recibir?, ¿de qué lugares del mundo?
6. ¿Quién o quiénes conocían la convocatoria y el fideicomiso antes de que saliera a la luz pública?
7. Para perfeccionar la convocatoria, ¿quién se encargará de ello?, ¿se pedirá la opinión y concenso de un grupo de personas?, ¿quiénes?, ¿para cuándo se prevé que será perfeccionada?
8. De resultar ganadoras producciones foráneas, ¿existirá un organismo que se encargue de garantizar el pago digno según tabulador y a tiempo de los trabajadores Jaliscienses?, ¿cuál será y por quién o quiénes estará presidido?
9. ¿Habrá un organismo que se encargue de que los recursos de las películas ganadoras sean bien implementados?, ¿cuál será y por quién o quiénes estará presidido?

Por último, quisiera hacer un llamado a una reunión con convocatoria similar después de entregados los resultados de la convocatoria de este año, para hacer un ejercicio de diálogo y debate de ideas en torno a ello. En torno a algo práctico: los resultados.

Adjunto el enlace a la convocatoria del fideicomiso de este año:
http://filmaenjalisco.com/

Después de estos comentarios solo me resta agradecer a los que lograron llevar a cabo esta iniciativa que antes no existía en Jalisco, así como por la convocatoria a esta reunión y desear que ojalá esta primera convocatoria no se preste a la corrupción desde su primera emisión, ya que, como la historia de este país ya nos ha demostrado hasta el cansancio, lo que mal empieza, mal termina, divide a los grupos, frena el desarrollo y nunca crece sanamente.

Ojalá nos veamos en la reunión que hagamos después de dados a conocer los resultados.

jueves, junio 12, 2014

Último día de CAÍN. Por Violeta Parra

El arrojo femenino en escena en el último día de actividades, fue lo que le puso la tilde a CAÍN en esta su tercera edición.

Desde las 19:40 horas la sede de la calle Santa Mónica en Guadalajara, comenzó a recibir al público asistente. En total 43 espectadores que entraron en la atmósfera CAÍN para brindar toda su atención a las 3 actrices y 2 músicos que tomaron el corazón de la Casa Inverso para exponer; Mis pasos que se detienen y andan, montaje encargado de cerrar las actividades programadas para el presente año.

Entre partituras de movimientos, palabras dichas, notas musicales en vivo y silencios, mostraron un recorrido desde la infancia hasta la madurez joven, con sus vivencias más significativas.

Tres mujeres de notable diferencia en carácter que rebelan anécdotas y recuerdos, a la vez que se preguntan cosas como: si la preñez es una enfermedad con un desenlace catastrófico para el que la padece. Y sin pretender detonar una rebelión feminista, cuestionan los distintos personajes que las mujeres representan día a día, mismos que son construidos al gusto de aquella sociedad en la que se desarrollan y a lo que se contrapone un pensamiento constante de -Yo! Sólo quiero ser yo-
Sin duda la participación de esta producción significó, más allá de sólo un hecho escénico, un ejercicio de memoria sobre la desigualdad y la exigencia de libertad nuevamente, ejes sobre los que ha caminado CAÍN desde que fue trazado.

De esta manera, la intensa actividad que se desarrolló durante una semana de exposición de obras de teatro y danza, así como el trabajo de varios meses de preparación, permiten cerrar un círculo que dará paso a otro, la edición 2015 que comenzará a germinar después de unos contados días y de un respiro necesario, justo para evaluar lo que acaba de terminar.

Con seguridad podemos decir que el CAíN de este año, creció y se vio fortalecido gracias a la permanencia de empresas, instituciones, asociaciones y colaboradores que refrendaron su apoyo a este proyecto emanado de Casa Inverso, así como gracias a quienes depositaron su confianza por primera vez en este encuentro de teatro, como patrocinadores, voluntarios y espectadores.

El repaso de las escenas diarias lleva inevitablemente a pensar en luces, andamios, herramienta de trabajo, vestuarios, textos. Invita a detenerse en expresiones capturadas por la mente o por las cámaras, de los rostros que intervinieron siendo parte esencial de cada evento; actores, músicos, productores, jefes de foro, reporteros, equipos de trabajo y espectadores. También, permite archivar conversaciones de pasillo, experiencias, relatos entre profesionales de las artes escénicas y asistentes en general, hasta los detalles curiosos que quedarán guardados en el anecdotario.

En el recuento de sucesos, la semana CAÍN brinda imágenes que deleitan, al ver el ímpetu y la disciplina con que cada grupo se planta desde a temprana hora, para ubicar cada detalle de su producción en el foro que aloja su montaje. Sin dejar de mencionar lo que cada equipo técnico, en las distintas sedes participantes, deja de manifiesto una vez más, su destreza y habilidad para aforar cada espacio, de todas las maneras posibles o por lo menos, las que por hoy se han descubierto.

Por otro lado, pronto podremos conocer la opinión que el público plasmó en las encuestas levantadas al final de cada función y con esto, hacer un ejercicio de evaluación y autocrítica al interior del equipo de trabajo que conduce los hilos de CAÍN.

Por ahora, se cierra este aquí y ahora, concluye el episodio CAIN 2014 con ánimo gozoso e infinidad de agradecimientos por un Solitario Joseph que nos regaló su estreno, por el Proyecto PRI de Lagartijas tiradas al sol que nos exige saber y no olvidar, por el brío de los universitarios en la Escena Emergente, porque al estilo Alebrije recordamos nuestro sentido de pertenencia.

Agradecidos por la ayuda de nuestras familias y su trabajo artesanal en las pequeñas cosas, por el apoyo de los amigos, por las cuidadosas manos que nos alimentaron durante estos días, ya que estamos convencidos de que: una mala comida, llega a impedir una buena función. Y con quienes ordenaron y limpiaron cada día el lugar que pisamos.

Tras bambalinas recordamos con respeto a personajes que dejaron de ser tangibles; Armando y Katapú, mientras se espera el arribo de vidas nuevas; Isabella y Camila o Ileane, a quien mejor llamaré “cachita” mientras sus padres deciden cómo nombrarla y que de seguro ambas, ya están sintiendo el teatro desde la comodidad de un vientre.

En este momento queda en el corazón una pizca de nostalgia, impulso necesario para trabajar en lo siguiente. Con la clara idea de que el amor, aquí o en Berlín, sea dichoso  desventurado, tutele muchos de nuestros actos. Y que el único insecto que nos inquiete, no sea el de una dictadura sino el del arte. No queda más que decir: el tiempo vuela ¡hasta pronto CAÍN!


Violeta Mariana Parra